martes, 7 de mayo de 2013

El horario de la biblioteca española

Fun fact: did you know that the whole educative centre of the Spanish Embassy in Bulgaria works only three hours a day? Pues, es precisamente así, ni más ni menos.
Abierto desde la una, el centro educativo cierra las puertas a las tres (bueno, a las tres y media...). Uno tiene que ¨acechar¨ el momento oportuno para poder coger o devolver un libro. Y la biblioteca está llena de titulos hiperatractivos que te enredan en sus laberintos letrales y no te dejan emergir al mundo real...
En la sala de lectura por todas partes pende la advertencia ¨Respeta el orden¨. Me es difícil imaginar qué va a pasar si la gente allá dentro prescinde de esta ¨ley¨ y se pone ruidosa: a lo mejor las paredes sufrirán una conmoción, provocada por las fortísimas ondas mecánicas que se producirán, y el pobre techo resultará hecho anicos... De la misma gente no debemos preocuparnos, pues el vocerío mantendrá los pedazos cayentes lejos de ellos; no permitirá que sean dañados.
Por lo menos los funcionarios embajales son muy amables: al verte entrar te dirigen una sonrisa respalndeciente y te reciben con el ¨¡Hola!¨ obligatorio. Siguen sonrientes hasta que los estés mirando, añaden un ¨¿Qué tal?¨ al que te quedas estupefacto (torpemente te preguntas si esta mujer, la mano derecha del embajador, esa, que dirige todo el departamento educativo, te pregunta a ti, el acabo-de-entrar estudiante de aspecto ojeroso, cargado de manuales como una mula, jadeante etc qué tal estás. Pero, ¿de verdad le interesa o simplemente es cortesía? Musitas un ¨Bien, gracias.¨ y te escapas.).
Recargado de un o dos libros te vas, dices un ¨adiós¨ al que recibes una vaga respuesta de algún electrodo que no está ocupado de la observación de la regla principal de la biblioteca y sales. Al llegar a la puerta del patio ejercitas una maniobra digna de un acróbata: apoyandote con la pierna derecha en la pared y sujetando con la mano izquierda el equipaje, empujas el interruptor que ¨bzzz¨ abre la puerta. Bueno, ahora te falta estrechar los dedos de la mano iquierda (esa que se ocupa del cargo), tirar de la manija de la puerta pesada mientras con los dedos de la mano derecha sigues empujando el interruptor y luego meter el pie izquierdo en la grietita que habrás logrado abrir entre el quicio y la puerta. Lo demás es coser y cantar: le das una patada a la puerta, cruzas el umbral y, ¡ ya está!
A la hora de devolver el libro (aparte de las trampas teporales que te ofrece el centro) hay un truco interesante. Cuando te sacas el carnet de lector se te explican cuidadosamente que no tienes ningún, ningún derecho, bajo ningunas condiciones de guardar un libro más de dos semanas. Si se te ocurre hacerlo, estarás expulsado de la biblioteca. Yo, como una auténtica búlgara que se piensa invulnerable cuando se trata de leyes y reglas, fui a devolver mi primer libro con una semana de retraso. ¿Sabéis qué pasó? Exactamente: nada.
Pues la observación de las reglas es flotante, al fin y al cabo lo que importa es que yo tuve el libro y que la biblioteca se lo tiene ahora. Todo está bien cuando termina bien, ¿no? A ver qué pasará con alguien que trabaja durante el día...

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