miércoles, 10 de abril de 2013

El Museo Militar Nacional



Hoy fui al museo. Este, que está al lado de mi trabajo y que llevo tanto tiempo queriendo visitarlo. Hoy por fin fui, con mis compañeros, a escuchar una lección sobre las Guerras Balcánicas.
Entramos en el patio: amplio, amplio, lleno de armas, cañones, aviones, máquinas de muerte…
-         -  Eso, que está por allá – dice mi guía personal, ansioso de mostrarme sus abundantes conocimientos sobre la historia militar búlgara. – Eso es el avión XXX que ejecuta los bombardeos. Por acá está ese camión, armado con ametralladoras, fue utilizado durante la II Guerra Mundial y ese camión tipo tanque es la máquina destinada a moler la gente.
-         -  ¿A moler? – pregunto estupefacta.
-          - Sí, sabes cuando acude mucha gente a un protesta o algo parecido..
-          - Ya… OK…
-          Y eso allá forma parte de un submarino, el torpedo. ¡Mira, mira!, ¡¡¡las armas de la infantería!!! ¡Son armas auténticas que participaron en las guerras!
Miro la cara fea del cañón. Tal vez seas la última cosa que algún soldado vio antes de ser asesinado. Tan grande, tan inhumanamente humana, pues estás dirigida por la mano del militar, ¿no?
Entramos. Subimos a la tercera planta con el guía oficial del museo y empezamos con nuestra visita-lección relacionada con las Guerras Balcánicas. El hombre nos cuenta cómo Bulgaria fue proclamada independiente en el año 1908 y las secuelas que tuvo esa tan añorada independencia. Llegamos al pacto entre los países balcánicos y el estrellamiento de la guerra contra Turquía. Seguimos con la táctica militar de las tropas de la alianza. Resulta que en dos años ha muerto gente de la parte de los cristianos cuyo número equivale a la población actual de Sofía. Las víctimas búlgaras son 85 000… Nos explica cómo se desarrollaron los combates más grandes e importantes, nos enseña las armas, ¡hay incluso armas químicas!
Seguimos con la Guerra entre los aliados, es decir esa de los búlgaros contra todo el mundo. La estupidez del monarca, la valentía de los soldados, la miseria y la muerte… Todo para que se llegue a la victoria. Victoria que no trae nada positivo: las fronteras búlgaras fueron retrazadas cruelmente, partes íntegras del país se quedaron fuera de ellas. Total, una catástrofe nacional.
Es fácil comprender por qué, teniendo en cuenta los hechos entre el año 1912-1914, Bulgaria se incorporó en las acciones militares durante la Primera Guerra Mundial: perseguía la unión nacional que se quedó un sueño irrealizable.
Sigo fijándome en los cuadros de los pintores militares que demuestran el dolor, la pena, la muerte, la anihilación del hombre. La voz patética del guía al referirse a los ¨milagros¨ militares búlgaros: la flota, la infantería, la caballería y sus armas, fusiles, pistoletas, ametralladoras y no sé que más máquinas de matar… Las sonrisas satisfechas que brillan en las caras de algunos de mis compañeros, mi guía inclusive...
Una cita de Aleco Konstantinov que me viene a la mente ¨Al otro lado del río, justo al lado de la exhibición de los países en Chicago, se halla Krupp que eructa sus malvadas crías. Esas crías, por la producción de las cuales la fábrica recibió premios, van a acabar con la vida de tanta gente inocente. Estremezco al verla…¨. 85 000 víctimas, yo ni siquiera puedo imaginarme este número, 35 000 en Serbia, 12 000 en Montenegro, 5 000 en Grecia… Uno de los mejores poetas búlgaros fue matado en la Guerra de los aliados, luchando por Macedonia. Antes de morir escribió un poema precioso que dice ¨El muerto no es enemigo¨. Es triste.

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